La simplicidad como forma de vida no se puede definir estrictamente. Significa cosas diferentes para personas muy diferentes. Lo que para una persona es una vida simple y enriquecedora puede significar para otra una vida de privación y sufrimiento. La mejor manera de conseguir la simplicidad es reducir nuestras actividades vitales a sus elementos básicos, es decir aquellas cosas, actividades o relaciones que realmente necesitamos o deseamos fervientemente. La simplicidad supone descargar la vida de todo lo que está de más, vivir más ligeramente, dejando de lado todas aquellas distracciones que nos alejan de una verdadera calidad de vida. Se puede vivir simplemente en las ciudades, en los pueblos y en las áreas rurales.
Algunos de los valores que acompañan el movimiento de simplicidad voluntaria son los siguientes:
- Eliminar el exceso de posesiones y actividades que producen desorden físico o mental, o que son incompatibles con nuestros valores más importantes.
- Limitar el consumo de bienes materiales a aquellos que realmente necesitamos o valoramos, centrándonos en cosas que producen bajo impacto en los recursos no renovables, que son durables, funcionales y agradables estéticamente.
- Trabajar en algo sastifactorio y con sentido, que nos permita expresar nuestras habilidades y talento único y creativo, y que supone una contribución a la comunidad.
- Vivir de manera que se conserven los recursos naturales, reciclando, preciclando (evitando compras que son un despilfarro de dichos recursos) y compartiendo lo que tenemos.
- Desarrollar una actitud compasiva y de apoyo hacia la gente sin medios o con dificultades, apoyo afectivo y económico.
- Invertir tiempo y energía en desarrollar unas relaciones estrechas y enriquecedoras con la familia y con los amigos.
- Experimentar el placer de la belleza natural, sentir la conexión entre la naturaleza y nuestro ser interno, la fuerza del espíritu que se hace presente cuando estamos disfrutamos de la naturaleza en silencio.
- Explorar nuestro ser espiritual e interior, a través de la meditación, la oración, la escritura, la conciencia del presente, el yoga u otras prácticas religiosas o espirituales.
- Desarrollar un sentido profundo de paz y alegría, aprendiendo a vivir el presente y disfrutar el milagro diario de nuestras vidas.
- Cuidar nuestro cuerpo con una alimentación sana, rica en alimentos no procesados, y hacer ejercicio regularmente, caminando, yendo en bicicleta, corriendo o con otras actividades que ayuden a aumentar nuestra conciencia del cuerpo y que no son competitivas.
- Ser más autosuficientes en nuestras necesidades diarias, aprendiendo a reparar nuestras cosas o practicando el intercambio de servicios con amigos y conocidos.
- Depender menos de la forma de transporte "un coche por persona", y buscar métodos alternativos como andar, la bicicleta y el transporte público.